Monitoreo Humedal Ríos Cruces

Presiones naturales e invasores: El estado del Humedal del Río Cruces en sus 10 años de observación

Desde la implementación del programa de monitoreo en el Humedal del río Cruces, las constantes son revisar la calidad del agua y sedimentos, censar cisnes, analizar la vegetación acuática, hacer revisión de especies invasoras, etc. Hoy en día, el cambio climático y el levantamiento continental también son factores en estudio.

Aproximadamente 80 días de terreno y navegación completó durante el primer semestre del año 2025, el equipo del Programa de Monitoreo del Humedal del río Cruces y sus ríos tributarios, dependiente de la Facultad de Ciencias de la Universidad Austral de Chile, lo que ha generado imágenes únicas de los distintos procesos y cambios que ocurren dentro del humedal. Esta iniciativa lleva 10 años observando y recopilando datos en el primer sitio Ramsar de Chile, siendo uno de los programas de monitoreo científico más longevos del país. En él participan científicos de la Facultad de Ciencias de la UACh, con apoyo de investigadores de la Universidad de Concepción, Universidad Santo Tomás, Pontificia Universidad Católica y Universidad de Chile.

Durante febrero (2025) se recolectaron plantas de Luchecillo (el alimento primario de los cisnes de cuello negro y las taguas) en 37 sitios del humedal, para realizar estudios de microscopía de barrido y así conocer la variabilidad porcentual de elementos químicos, en las plantas y en los sedimentos depositados sobre las hojas de las mismas. Se ha monitoreado el avance de la “Flecha de agua”, planta invasora que desde fines del 2021 a fines del 2024, aumentó su presencia en el humedal y principalmente en las planicies sedimentarias del mismo; desde aproximadamente 10% a cerca del 70 %, respectivamente.

En la misma temporada estival y durante las mareas más bajas, se obtuvieron muestras de agua en las plumas de resuspensión de sedimentos, fenómeno que se está dando cada vez con mayor frecuencia en diferentes partes del humedal. Esto podría explicar la alta carga de sedimentos depositada sobre las plantas de Luchecillo, situación que podría estar relacionada al levantamiento paulatino de la placa continental que se ha medido no sólo dentro del humedal, sino en la zona geográfica cercana.

Por otra parte, la cantidad de cisnes contabilizados mensualmente en los últimos seis meses ha variado entre aproximadamente 3000 y 3600 aves. Hasta la fecha se sigue reportando la depredación de cisnes por parte de lobos marinos en el humedal (principalmente durante los meses de invierno), observándose además, conductas más voraces por parte de los lobos, ya que comúnmente se encuentran sólo parte de las extremidades y quilla de los cisnes y no carcasas enteras como era lo habitual.

Fue en junio recién pasado cuando el Dr. Eduardo Jaramillo (Director del programa de monitoreo y académico de la Facultad de Ciencias, UACh), públicamente hizo historia de lo ocurrido hace unos 20 años, cuando en el año 2024 se detectaron cambios ambientales significativos en el humedal del río Cruces, incluyendo emigración masiva y mortalidad por causas desconocidas de cisnes de cuello negro, desaparición del Luchecillo (alimento primario de los cisnes) y cambios en calidad de agua.

Entre otros aspectos, los resultados expuestos por los investigadores, muestran que la abundancia de la fauna de peces, insectos acuáticos y crustáceos de las riberas ubicadas agua arriba y aguas abajo, de la planta de una planta de celulosa, no difieren significativamente. En la línea de las nuevas amenazas se ha identificado el aumento de perros en las riberas del humedal y uso de transbordadores, como eventuales causas de la disminución de cisnes y coipos en el río Cayumapu e Isla Rialejo, respectivamente; también se han registrado bajas de oxígeno en el agua del río Cayumapu, lo que ha sido coincidente con mortandad de carpas en ríos cercanos.

También se han observado cambios en las riberas, debido al levantamiento natural del continente, datos que han quedado registrado en dos instrumentos de GPS estacionarios, ubicados en lugares estratégicos del humedal. Este levantamiento se traduce en una disminución del espejo de agua y por ende mayor exposición al aire de zonas cercanas al nivel de la marea baja, lo que podría eventualmente afectar a las plantas acuáticas, como es el caso del Luchecillo, explicó el Dr. Jaramillo.

“Todo lo anterior, es prueba contundente de lo dinámico que es el humedal y de la necesidad de mantener en el tiempo los programas de monitoreo, dentro y más allá de los límites del mismo. Esto es necesario, ya que hay fenómenos que se originan más allá del humedal, pero cuyos efectos se expresan dentro del mismo, originando muchas veces de modo no pensado, efectos dentro del mismo. Afortunadamente, el actual programa de monitoreo, es de tipo adaptativo, característica que permite estudiar tales efectos, los cuales o no se expresaban al inicio del programa o simplemente, no teníamos la experiencia quye tenemos hoy, para detectarlos y estudiarlos”, finalizó el Dr. Jaramillo.